martes, 26 de agosto de 2008

¿Y el comandante Mayo Sibrián?

Universo crítico
¿Y el comandante Mayo Sibrián?

Geovani Galeas
Columnista de LA PRENSA GRÁFICA


A finales de 1991, ya casi al final de la guerra, la Comisión Política de las FPL ordenó el fusilamiento de uno de sus fundadores y máximos dirigentes hasta ese momento, el comandante Mayo Sibrián, jefe del frente guerrillero para central (San Vicente). Sibrián fue acusado de ordenar, sin pruebas, cientos de ejecuciones de combatientes sospechosos de “colaborar con el enemigo”.

Tras largas jornadas de atroces torturas mediante las cuales se obtenían “las confesiones”, esos combatientes fueron asesinados a garrotazos y pedradas, por cuanto en su condición de “traidores” no valían ni siquiera un tiro de gracia. Las FPL dieron por cerrado el caso con el fusilamiento del comandante Sibrián, y nada o muy poco se volvió a decir del asunto, por más que los testimonios hablan de un mínimo de quinientas ejecuciones, y no pocos llegan a señalar hasta más de mil.

El fusilamiento de Mayo Sibrián prueba que las FPL reconocieron la injusticia de esas ejecuciones sumarias. Sin embargo, hasta la fecha, las víctimas no han sido reivindicadas ni sus familias han recibido siquiera una disculpa, mucho menos una indemnización. Tantos sus nombres como los lugares donde fueron sepultados en masa permanecen en secreto.

En los últimos meses dos publicaciones digitales se refirieron al tema. En un caso como “Las locuras de un comandante”, y en el otro como “El carnicero del para central”. El problema, según esos enfoques, que concuerdan con la versión oficial de las FPL, radicaba en el desequilibrio mental o la maldad de un individuo. En consecuencia, como suele decirse, muerto el perro se acabó la rabia.

Pero el sentido común plantea algunas interrogantes básicas: ¿Los asesinatos fueron cometidos solo por Mayo Sibrián en las cinco distintas subzonas de ese frente? Se sabe que con frecuencia eran capturadas y ejecutadas unidades guerrilleras enteras (un pelotón, quince hombres), y eso es imposible para un solo individuo. Pero si Mayo Sibrián solo dio las órdenes, ¿quiénes fueron los ejecutores? Sin embargo, las FPL solo fusilaron a Sibrián.

Pero hay más todavía: ¿fue realmente Mayo Sibrián quien dio las órdenes?, ¿es posible realizar una purga de esa envergadura por cuenta propia y sin el conocimiento y el aval de una instancia superior? En guerra solo hay dos posibilidades: o se trata de una decisión de mando o se trata de una aplicación de doctrina. La salud mental de un jefe es irrelevante en el segundo caso. Y lo es también en el primero si se considera que la matanza fue realizada a lo largo de cuatro años y en distintos puntos geográficos.

Los nombres y el número real de los inocentes asesinados, los lugares donde fueron enterrados en masa, la lista de los verdaderos ejecutores y el origen real de las órdenes son elementos que, al igual que otras muchas interrogantes que este caso genera, han permanecido en secreto hasta ahora.

Puede que tocar estos temas sea peligroso en los tiempos que corren, pero no importa: no hay posible amenaza ni miedo que tapen para siempre una verdad tan grande y quemante como el sol mismo. Ya es tiempo que alguien gire la mirada y el corazón hacia el volcán de San Vicente. Ahí persiste una herida sangrante que reclama justicia.

Esos muertos no pueden ni deben quedar en el olvido. Cada uno de ellos tiene una familia dolorida que sabe la verdad de lo ocurrido. En la zona de la matanza aun está viva la memoria, y no son pocos los que presenciaron las inenarrables torturas y las ejecuciones, y que además conocen perfectamente los rostros, los nombres y los apellidos de cada uno de los asesinos.

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